Qué es el sentimiento de legitimidad

Qué es el sentimiento de legitimidad

EL PLACER SENTIDO Y EVOCADO

Hemos hablado tantas veces sobre la autoestima. Pero la autoestima siempre da de qué hablar
porque es muy compleja. Está hecha a base de confianza en uno mismo, del sentimiento de
potencia o “ser capaz para”, o del sentimiento de legitimidad… entre otros.


Qué es el sentimiento de legitimidad

De este último, del sentimiento de legitimidad, es de lo que hoy quiero hablaros. Es decir, del sentimiento de que lo que uno es, siente, piensa, hace o dice merece consideración y respeto; el sentimiento de ser básicamente adecuado, de que uno puede ser tal y como es, y que eso que se es está bien.

Cómo se reconstruye una autoestima dañada es, bajo mi punto de vista, mucho más difícil que saber cómo se construye una autoestima sana. Y además, este último conocimiento nos dota de un enorme poder de actuación hacia los otros, especialmente los niños, pero también de un potencial poder reparador para con nosotros mismos; una suerte de comprensión, si es que éste es un sentimiento en el que no te reconoces, que puede contribuir, aunque sea ínfimamente, a apuntalarlo en la base de la noción que tienes de ti. Y por ello mi interés en reflexionar sobre este aspecto, a sabiendas de que puede resultar un tanto árido.

Sabemos que el sentimiento de legitimidad comienza a constituirse antes incluso de la vida de alguien: desde que somos concebidos, primero de todo en la mente de un otro, y ese hecho causa alarma o miedo o alegría o culpa o cualquier tumulto complejo de emociones y sentimientos, de actitudes y de actos.

El sentimiento de legitimidad, de ser básicamente adecuado, que constituye la base de la autoestima, no se cimenta a través de los logros, no a través de actos premiados o reconocidos, puestos en valor, mil veces alabados, sino a través de algo infinitamente más sutil: del placer. De la experiencia repetida de encontrarme con alguien que disfruta con mi presencia.

El placer no se transmite con el reconocimiento o el halago. El placer se filtra, se nos escapa si lo sentimos. Está en la risa, en las ganas de tocar, en la dirección de la mirada, en el brillo de los ojos, en el deseo de jugar, de escuchar, de mostrar, de conversar… Y el sentimiento de legitimidad, de adecuación, tiene que ver con estotan vago, tan inaprensible y abstracto.

El sentimiento de inadecuación, por tanto, tiene que ver con la experiencia repetida de encontrarse con alguien que no disfruta de nuestra presencia o que nos considera defectuosos. Por cualquier causa. Y esto, como apuntaba antes, no puede ocultarse, se escapa y se filtra a través del mal humor, el cansancio, la prisa, el dar por hecho, anteponiendo el deber a casi todo, a través de la decepción, de la corrección constante, de la falta de atención, de las distracciones… en fin, en el olvido del placer o en la incapacidad para sentirlo.

Para constituirnos y crecer saludablemente necesitamos la experiencia del placer evocado en otro que se nos devuelve para nuestro propio disfrute. Así se crea el sentimiento de ser válido, adecuado: el sentimiento de legitimidad del ser. Y antes decía que estas nociones son impotantes y es reparador tener conocimiento de esto en tanto en cuanto nos revela que no depende en exclusiva de nosotros disponer de él o no, algo que puede interpretarse por quien no tuvo oportunidad de conformarlo sólidamente como una prueba más de su falta de valía. Comprender es poder dotarse de un poquito de poder y espero que sea de provecho.

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