Valores como la igualdad de trato, el respeto a la libertad sexual y de identidad de género, la tolerancia y la convivencia deben formar parte del sistema educativo de nuestra sociedad.
Tal día como hoy, hace veintiún años, la Organización Mundial de la Salud sacaba de la lista de enfermedades mentales la homosexualidad. Desde ese día, colectivos de gais, bisexuales y transexuales desarrollan campañas de denuncia, reivindicación de derechos y sensibilización con el objetivo de luchar contra la discriminación y el desprecio que aún hoy persisten en algunos sectores de nuestra sociedad.
No en vano, a pesar de que se ha avanzado mucho en derechos en los últimos años, todavía sigue siendo delito ser homosexual, transexual o bisexual en 60 países, delito que, en muchos de ellos, está penado con la muerte.
Aunque están reconocidos legalmente a nivel estatal, aún se aprecia en algunos sectores de la sociedad un rechazo inherente a estos colectivos, que siguen sufriendo agresiones por su condición sexual y su identidad de género. Precisamente por ello, distintas asociaciones llaman la atención sobre la necesidad de que se instrumentalicen campañas de sensibilización en el ámbito escolar.
La lucha contra la homofobia, la transfobia y la bifobia tiene que comenzar en las aulas, donde debe formar parte del sistema educativo. Es indispensable que, tanto por parte de los docentes como de las instituciones y de las editoriales que se encargan de los textos de estudio, se integre la lucha contra la homofobia, la transfobia y la bifobia como una cuestión destacada para la mejor convivencia de nuestra sociedad. La inserción de contenidos relacionados con el respeto de la homosexualidad, la transexualidad y la bisexualidad y su normalización en el seno de nuestra población es necesaria para que desde la infancia y la adolescencia se comprenda la diversidad sexual y de género presente y se aprenda a respetarla.
Pero además es fundamental que también se desarrollen mecanismos y herramientas que erradiquen aquellas manifestaciones, comentarios hirientes, motes discriminatorios y demás comportamientos de acoso que aún hoy viven estos colectivos en nuestro país. Desde las aulas no se debe consentir actos ni palabras que, amparadas por bromas y chanzas, inciten a la discriminación y al odio.
Precisamente por ello es sumamente importante que la sensibilización comience en el ámbito escolar, educando en la diversidad, sí, pero también inculcando valores que son necesarios para forjar una sociedad abierta, diversa y tolerante. Valores como la libertad sexual y de identidad de género, la tolerancia, el respeto, la comprensión, la solidaridad, la aceptación, la convivencia, la igualdad de trato o la normalización deben formar parte del propio programa educativo que se establece desde las instituciones y que debe ser impartido por los docentes. Solo de este modo se podrá crear conciencia sobre el respeto a la dignidad humana con independencia de la condición sexual o de género de las personas.
El diseño de campañas que vayan en contra de comportamientos agresivos, intolerantes y de odio contra los homosexuales, transexuales y bisexuales debe formar parte de la educación ética y académica del alumnado, con actividades que resalten la igualdad de trato y el respeto a las decisiones individuales de cada uno.
Solo de este modo conseguiremos construir una sociedad más justa, más diversa y más tolerante. Por ello, ¿qué mejor que el entorno educativo para sensibilizar a los jóvenes sobre la necesidad de defender y apoyar estos valores como símbolo de la comunidad en la que vivimos?
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